En el cole, un día, las gemelas, no vinieron. No eran de mi curso. Por lo que no jugábamos juntas pero todo el mundo las conocía bien. Eran divertidas, sociables. Un día nos enteramos. Y era demasiado pronto para enterarse y a la vez una realidad que necesitábamos saber cuanto antes. Violaron a una de ellas cuando volvía a casa desde el cole. Y si alguien se hace esa odiosa ristra de preguntas que se hacen (en los tribunales y en las mentes de todxs) en estos casos, malditx seas, porque no tenía ni 11 años. Como para saber si llevar una faldita así o una camiseta allá podía estar despertando la bestia que el patriarcado engendra. Si ya desde el cole sabes que te pueden violar sin saber si quiera qué significa hacer el amor, pero intuyes que es algo que da vergüenza a la que lo sufre y de lo que se huye pero no se habla… Imagina lo que te queda por vivir, por sentir a solas, por repudiar sin poder expresar.
Cuarenta y cinco años después seguimos igual, sintiendo prevención, miedo y repugnancia ante tantas «pequeñas» cosas que los hombres hacen porque quieren y porque ni siquiera tienen que pensarlas, están ahí…