
De esta filosofía, que es equilibrista entre la prudencia, la libertad, la vida y sus sorpresas, el respeto por otras culturas (de la especie que sean) y la confianza en nuestras capacidades da como resultado que cada salida a la calle es una aventura inolvidable. Y no me refiero a sustos o peligros descontrolados, me refiero a experiencias donde se crece y se aprende y donde acabamos disfrutando de grandes momentos y apoyándonos cuando algo se tuerce. He presenciado deliciosas conversaciones perrxs-cabras, perrxs-gatxs (y las seguiré viviendo) y hemos solventado agresiones inesperadas saliendo reforzadxs y sobre todo ILESXS, gracias a nuestros acuerdos de semi-libertad. Que yo tampoco soy libre, eh. Como casi nadie.
Sí. Me reitero en lo que me gusta este texto:
Jordi Herrera: Miedo al miedo.